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Buffett: Lecciones del mejor inversor de la historia

Salvo que hayas seguido incomunicado por un apagón, probablemente ya te hayas enterado: Warren Buffett se retirará a finales de este año como consejero delegado de Berkshire Hathaway. Lo anunció durante la conferencia anual de inversores que la compañía celebra cada primer fin de semana de mayo en Omaha (Nebraska). Se llevó una merecidísima ovación de todos los asistentes que duró 10 minutos.

Su sucesor será Greg Abel, actual director ejecutivo de la división de energía (Berkshire Hathaway Energy). Tuve la oportunidad de saludarle brevemente durante la conferencia anual de 2018, cuando la gestora en la que trabajo, Amiral Gestion, tenía a Berkshire Hathaway como su principal posición. De hecho, confieso que mi primera inversión en bolsa fue una acción de Clase B de Berkshire Hathaway. Y dos de mis primeras charlas en público fueron precisamente sobre Charlie Munger y sobre la historia de Berkshire Hathaway.

Howard Graham Buffett, uno de sus hijos, asumirá el cargo de presidente no ejecutivo. Su principal misión será preservar la cultura y la reputación de Berkshire. Greg Abel ejercerá como consejero delegado, y es posible que, entre él y los CEOs de las casi 200 empresas no cotizadas que posee el holding, se establezca una capa intermedia de vicepresidentes encargados de coordinar dichas divisiones. Por su parte, Ajit Jain continuará al frente del negocio de seguros y reaseguros.

Aunque desde 2021 era pública la decisión de Buffett de nombrar a Abel como su sucesor, el anuncio de su retirada ha sido una verdadera sorpresa. Y aunque los motivos de su retirada anticipada puedan parecer anecdóticos, todo lo que rodea a su figura genera expectación. No es para menos: estamos ante el mejor inversor de todos los tiempos.

The G.O.A.T. (Greatest of All Time) A lo largo de la historia moderna ha habido muchos grandes inversores. Algunos han logrado rentabilidades extraordinarias (Jim Simons), otros han acumulado enormes fortunas (Ken Griffin), alcanzado gran fama (Peter Lynch) o incluso ejercido un notable poder e influencia (George Soros). Como ocurre en el mundo del deporte, elegir al mejor en cualquier disciplina siempre genera debate. Y el mundo de la inversión no iba a ser la excepción.

Para avivar el debate, veamos a continuación una gráfica que reúne a los inversores que más alfa —es decir, el exceso de rentabilidad sobre el índice S&P 500— han generado para sus inversores durante más años. ¿Ha habido inversores que hayan superado a Buffett en rentabilidad? Rotundamente, sí. De hecho, el que probablemente sea el mayor generador de alfa de todos los tiempos ni siquiera aparece en la gráfica: Jim Simons, fundador del hedge fund Renaissance Technologies y el matemático más rico de la historia.

A mi juicio, Buffett cuenta con dos grandes ventajas frente a todos esos inversores que han obtenido más alfa que él y que le hacen merecedor de la etiqueta de G.O.A.T.

La primera clave es la duración del track record. Cuantos más años se extiende una trayectoria inversora, más crisis y entornos complejos ha tenido que atravesar ese inversor. Y lo cierto es que muchos, incluso siendo excelentes, se quedan por el camino. En inversión, no gana quien llega antes, sino quien llega más lejos.

Rick Guerin, por ejemplo, generó durante casi dos décadas una espectacular rentabilidad del 25% anual. Pero llegó la corrección bursátil de 1973-74 y los margin calls prácticamente le arruinaron. Se vio obligado a vender sus acciones de Berkshire Hathaway a 40 dólares por unidad. Hoy, esas mismas acciones de clase A cotizan en torno a los 770.000 dólares. La carrera de Warren Buffett al frente de Berkshire Hathaway abarca ya 60 años, algo absolutamente único (de hecho, es el consejero delegado de una empresa cotizada con el mandato más largo de la historia). Nadie ha generado tanto valor simplemente invirtiendo. La rentabilidad acumulada de Berkshire entre 1964 y 2024 es del 5.502.284%, frente al 39.054% del S&P 500. Para los escépticos, basta consultar la página 14 de su última carta anual. En términos anuales, eso se traduce en un 19,9% frente al 10,4% del índice.

Jeff Bezos, Mark Zuckerberg, Jensen Huang o Elon Musk han creado empresas cuya capitalización ha superado el billón de dólares. Pero ninguno ha creado un billón partiendo de cero simplemente invirtiendo, desde su despacho. Buffett lo ha logrado. Sin ordenador, sin analistas, sin terminal de Bloomberg. Y lo más llamativo: lo ha hecho lejos de los centros tradicionales de poder en EE.UU. —Wall Street y Washington—, desde su Omaha natal, una ciudad de apenas medio millón de habitantes. ¿Casualidad? No lo creo.

La segunda clave es su transparencia en el proceso de inversión. Se podría decir que Buffett ha ejercido de profesor durante toda su carrera, incluso sin haber impartido clases de forma reglada. Como decía Séneca: “docendo discimus” —enseñando, aprendemos—.

Cualquier inversor que quiera aplicar la filosofía de Warren Buffett puede hacerlo (otra cosa muy distinta será igualar sus rentabilidades) gracias a su encomiable labor divulgativa. A lo largo de las décadas, ha explicado con detalle su filosofía de inversión y su forma de pensar, siempre con el objetivo de que otros pudieran beneficiarse de ese conocimiento. Basta con leer sus cartas anuales, escuchar sus conferencias y entrevistas, y estudiar las inversiones que ha realizado. Pero no se ha limitado a compartir sus aciertos: también ha reconocido sus errores, explicado lo que aprendió de ellos y lo ha hecho público, sin reservas, para beneficio colectivo. Siempre ha querido enseñar y compartir su sabiduría de forma abierta.

Por contraste, Jim Simons —el mayor generador de alfa auditado y documentado de la historia— ha logrado una hazaña sin precedentes en términos de rentabilidad, con un 66% bruto anual durante más de tres décadas en Renaissance Technologies. Sin embargo, su enfoque es tan complejo y hermético que resulta inimitable. Su proceso de inversión no ha sido replicable ni ha beneficiado de forma directa a la comunidad inversora. En esta charla da algunas pistas de cómo invertían en Renaissance, pero os animo a verla y a intentar emularlo… no lo conseguiréis. Buffett ha contado hasta la saciedad cómo invierte. Fue profesor en los años 50 en la Universidad de Omaha, y durante décadas ha recibido a estudiantes de MBA y otras formaciones para impartirles charlas de forma totalmente gratuita, dedicando incontables horas de su tiempo. Ningún otro inversor de su talla —en riqueza, longevidad y legado— ha dedicado más esfuerzo que él a enseñar.

Aquí podéis ver dos de sus mejores charlas disponibles en internet:

  • Charla en el Terry College of Business de la Universidad de Georgia
  • Charla en la Universidad de Florida

La evolución inversora de Warren Buffett

Warren Buffett nació el 30 de agosto de 1930 en el seno de una familia de clase media alta del medio oeste americano. La propia concepción de Buffett tiene relación con la crisis de 1929, ya que, al quedarse su padre sin trabajo por el famoso crac bursátil, empezó a pasar más tiempo en casa y exactamente 9 meses después nació Buffett. Su madre era ama de casa y su padre fue un agente bursátil primero y un congresista en la cúspide de su carrera profesional. El joven Buffett fue muy precoz y un niño nada convencional. Desde edad muy temprana mostró claros signos de altas capacidades y sobre todo un afán por los números y el dinero. Para él, ganar dinero era divertido y no cesaba en encontrar formas de ganarlo, con tesón, ingenio y tiempo. Con apenas 6 años ya vendía puerta a puerta latas de refresco que compraba en packs de 6 y vendía individualmente, así como chicles Juicy Fruit, con un margen del 20%. Buffett pronto empezó a montar negocios, como cuando compró una máquina de pinball estropeada a medias con un amigo, la arregló y negoció con el propietario de una barbería el repartir al 50% las ganancias. Con apenas $25 de inversión, terminaron teniendo 3 máquinas en diferentes localizaciones, vendiendo el negocio por $1,200 tiempo después. También se aficionó por vender bolas de golf usadas que encontraba de las formas más variopintas con 13 años. De hecho, a esa edad se vio obligado a presentar su primera declaración de la renta, ya que sus ingresos excedían el mínimo exento. Posteriormente empezó a repartir periódicos hasta el punto de repartir 500 periódicos al día, ganando con 14 años cerca de $175 al mes. Tras ahorrar $1,200, decidió comprar una finca agrícola y ser el socio capitalista mientras que un agricultor se dedicaba a su explotación, repartiendo los beneficios al 50%. Según la excelente biografía de Alice Schroeder “La bola de nieve”, Buffett había amasado con apenas 20 unos $120.000 de dinero de hoy.

Los primeros escarceos de Buffett con la inversión bursátil le marcaron, según ha contado en multitud de ocasiones. Con apenas 11 compró para su hermana y para él 3 acciones de Cities Service Preferred (actual Citgo) a $38. La acción cayó abruptamente, lo que provocó que Buffett temiera perder su dinero y el de su hermana. Tan pronto recuperaron y sobrepasaron los $40, Buffett deshizo la posición. Al poco tiempo, las acciones siguieron subiendo y alcanzaron los $200. Buffett aprendió el poder de la paciencia y la inversión a largo plazo. Buffett ya había leído todos los libros sobre inversión y bolsa disponibles en la biblioteca pública de Omaha. En paralelo a sus aventuras empresariales, donde ya aprendía conceptos clave como entender los negocios, saber con quién asociarse y calcular los riesgos y posibles ganancias, también invertía basándose en lo que hoy se conoce como el chartismo o análisis técnico. Este dato es algo que muy poca gente conoce pero que es muy relevante.

Para fortuna de Buffett, en 1949 llegó a sus manos un libro recién publicado que se titulaba “El inversor inteligente”, escrito por el inversor y profesor de la universidad de Columbia Benjamin Graham. Buffett pronto movió cielo y tierra para, no solo conocer al autor, sino estudiar bajo Graham. Logró una plaza y fue el alumno más brillante al que Graham jamás le dio clase, otorgándole la primera y única matrícula de honor de toda su carrera como maestro. Buffett terminó el máster e intentó trabajar en la firma del propio Graham, llamada Graham-Newman. De primeras Graham le rechazó, pero en 1954 consiguió una oferta en firme y se trasladó a Nueva York. Durante toda esta etapa, la estrategia de Buffett fue enormemente influenciada por Graham, un inversor extraordinario que terminó de configurar su filosofía de inversión tras sufrir terriblemente el crac del 29. Le convirtió en el inversor prudente y cauteloso en el que terminaría convirtiéndose y Buffett se centró en invertir con ese enfoque: comprar con un amplio margen de seguridad. Hoy se conoce como deep value o special situations.

Un ejemplo fue Western Insurance Securities, empresa que Buffett compró en Graham-Newman porque cotizaba muy por debajo de su valor contable y esperaba la liquidación de la compañía, evento que tuvo lugar y que le permitió obtener un 50% de rentabilidad en apenas 6 meses. También tuvo éxito haciendo lo que hoy conocemos como inversión activista, que consiste en tomar participaciones significativas en las compañías para tratar de influir en la dirección estratégica de la misma. Con esta estrategia invirtió en compañías como Dempster Mill, Sanborn Map, Blue Chip Stamps o la propia Berkshire Hathaway, que años después usaría como holding para canalizar sus inversiones.

Con el paso del tiempo, y ya de vuelta a su ciudad natal, Buffett empezó muy gradualmente a invertir prestándole cada vez más atención a los aspectos cualitativos de las compañías, no simplemente en negocios ruinosos y mediocres, pero escandalosamente baratos. Fue fundamental para este leve giro estratégico el libro de Philip Fisher, padre de la inversión en crecimiento (growth investing). Pero la persona que más influyó en Buffett como inversor tras conocer a Graham fue Charlie Munger, un joven abogado de Omaha 6 años mayor que él que conoció en 1959. Congeniaron a la primera y fueron amigos y socios inseparables, hasta la muerte de Munger en 2023. Munger, ligeramente más inteligente que Buffett (Bill Gates lo definió como “la mente más amplia que he conocido”), se dio cuenta que las enseñanzas de Graham tenían fecha de caducidad. Como diría un VC, “el value tradicional no escala”. Munger sabía con antelación que Buffett terminaría gestionando sumas estratosféricas y eso imposibilitaría invertir de esta forma. Había llegado la hora de cambiar y Buffett, tras más de una década escuchando al bueno de Munger indicarle que se estaba equivocando, le dio una oportunidad a una pequeña compañía llamada See’s Candies. Se trataba de un fabricante de chocolatinas que la gente solía regalar en ocasiones especiales, algo así como la Caja Roja de Nestlé. Pagaron una cifra que para los estándares de Buffett era una barbaridad: tres veces el valor contable. Lo mejor de todo es que la inversión fue un rotundo éxito, cambiando el chip (que no la filosofía) de Buffett para siempre. Los $25 millones iniciales que invirtieron se han convertido en más de $2.000 millones acumulados de ganancias durante estas décadas.

Tras ese éxito, pronto vinieron inversiones similares, siendo la más sonada la de Coca-Cola. Aprovechando una crisis de estrategia de la compañía, Buffett compró el 8% de la compañía. Ya había tomado una posición muy relevante un American Express aprovechando un escándalo reputacional y a día de hoy sigue siendo una de las mayores inversiones de Berkshire Hathaway. En la misma línea que con estas compañías, Buffett apostó en 2016 por Apple, comprando inicialmente $1.000 millones e incrementando la posición hasta $36.000 millones, un 5% de la compañía. En el punto máximo, su participación llegó a valer $175.000 millones. Tras deshacer una parte sustancial de la inversión, Berkshire sigue teniendo 300 millones de acciones de Apple valoradas $60.000 millones.

Buffett contrató a Todd Combs y a Ted Weschler con el propósito de ir cediendo una parte de la gestión de la cartera de Berkshire. Se estima que cada uno gestiona actualmente unos $20.000 millones. Se desconocen los detalles de cómo se coordinarán con Greg Abel, pero una cosa está clara: las mejores rentabilidades forman parte del pasado. Lo bueno es que Buffett deja todo atado y bien atado, Berkshire es el mejor holding del mundo, el más eficiente y descentralizado (en las oficinas centrales apenas trabajan 27 personas) y el de mayor reputación. De hecho, es esto último una clara ventaja competitiva de la compañía.

10 lecciones de Warren Buffett

Como las aportaciones de Warren Buffett al mundo de la inversión han sido innumerables, nada mejor que tratar de elegir de todas ellas las diez más poderosas que más impacto pueden tener aplicadas a nuestras vidas.

Allá van:

  1. El poder de las ideas.

“Toma una idea simple y tómala en serio.”

—Charlie Munger

Buffett descubrió el value investing y quedó convencido de que era la mejor filosofía de inversión que jamás había encontrado. Desde entonces, decidió consagrar su vida a aplicarla con disciplina y coherencia, ajustando gradualmente su enfoque a medida que cambiaban los tiempos y los mercados, pero sin renunciar nunca a sus principios fundamentales.

  1. El poder de los referentes.

“Lo mejor que hice fue elegir a los héroes correctos.”

Buffett siempre tuvo claro que contar con referentes adecuados era fundamental. De su padre, a quien adoraba, heredó una honestidad inquebrantable. Según él, fue la persona más íntegra que jamás conoció, y eso que, a lo largo de sus 94 años, ha tratado con miles de personas en su vida profesional. Como él mismo ha dicho en más de una ocasión: “Es mejor estar con personas mejores que tú. Elige a aquellas cuyo comportamiento sea superior al tuyo, y acabarás yendo en esa dirección.”

  1. El poder de las personas.

“No se pueden hacer buenos negocios con malas personas.”

Samuel acertó de lleno al llamar a esta newsletter Suma Positiva, porque en el mundo de los negocios todavía hay muchos que creen que para que uno gane, otro tiene que perder. Y eso es un enorme error.

Buffett fue siempre un firme defensor de enfocar los negocios desde una lógica de suma positiva, buscando acuerdos en los que ambas partes salgan ganando. Para él, no solo era una estrategia inteligente, sino una auténtica obligación moral.

  1. El poder de la reputación.

“Se necesita 20 años para construir una reputación y cinco minutos para arruinarla. Si piensas en eso, harás las cosas de manera diferente.”

Para Buffett, la reputación no es un activo más: es el activo esencial. Nunca está dispuesto a poner en riesgo su nombre—ni el de Berkshire Hathaway—por una ganancia a corto plazo. Y espera lo mismo de todos los que trabajan con él.

  1. El poder de invertir los problemas.

“Sólo tienes que hacer unas pocas cosas bien en la vida, siempre que no hagas demasiadas mal.”

“Regla número uno: nunca pierdas dinero. Regla número dos: nunca olvides la regla número uno.”

Buffett y Munger son expertos en pensar a la inversa. En lugar de preguntarse qué hacer para ganar, se preguntan qué errores deben evitar. No se trata de ser brillante, sino de no cometer estupideces. Su modelo mental: evitar el error más que buscar la perfección.

  1. El poder de la calidad.

“Es mucho mejor comprar una empresa maravillosa a un precio justo que una empresa justa a un precio maravilloso.”

Aunque ya lo comentamos anteriormente, merece la pena reiterar lo importante que es invertir en negocios de calidad. El tiempo es amigo de los buenos negocios.

  1. El poder de la simplicidad.

“No es necesario hacer cosas extraordinarias para obtener resultados extraordinarios.”

Buffett evita lo complejo. Su universo de inversión se limita a lo que él llama su círculo de competencia. No necesita entender todas las empresas, sólo unas pocas, pero profundamente. La claridad mental, no la sofisticación técnica, es su ventaja competitiva.

  1. El poder del riesgo.

“El riesgo proviene de no saber lo que estás haciendo.”

Para Buffett, el riesgo no se mide—como se acostumbra a hacer en el mundo financiero—por la volatilidad del precio de un activo financiero, sino por la probabilidad de perder capital de forma permanente. Por eso, el conocimiento profundo del negocio son su mejor defensa. Cuanto más sabes, menos arriesgas.

  1. El poder del foco.

“La diferencia entre las personas exitosas y las personas realmente exitosas es que las personas realmente exitosas dicen 'no' a casi todo.”

Buffett ha sido un maestro de la concentración. Nunca ha intentado diversificar en exceso ni perseguir modas. Cree que el éxito se construye diciendo no a miles de buenas oportunidades para poder decir sí a unas pocas extraordinarias.

  1. El poder del tiempo.

“Alguien está sentado a la sombra hoy porque alguien plantó un árbol hace mucho tiempo.”

Buffett ha convertido el tiempo en su mejor aliado. Nunca ha tenido prisa. Ha dejado que el interés compuesto haga su magia durante décadas. Su mayor lección es que la riqueza no llega por velocidad, sino por paciencia sostenida.

Conclusión Buffett es el mejor maestro para aprender a invertir con sentido común. Gracias a internet y a la infinidad de recursos disponibles, cualquiera puede hacer el Buffett-MBA. No tendrás ningún diploma para poner en Linkedin, pero sabrás invertir.

Lo mejor que pude hacer en mi etapa universitaria fue estudiar a Buffett como asignatura troncal de mi educación no reglada. Su integridad, su sensatez, su humor y su filosofía de inversión es peligrosamente contagiosa.

Háganse todos ustedes un favor y estudien a Buffett. No se arrepentirán.

Suma Positiva